En el blog de Genciencia, apareció un pequeño pero interesante artículo basado en la obra de Maryanne Wolf, "Cómo aprendemos a leer", en la que se afirma que la lectura modifica la forma en cómo las estructuras cerebrales se conectan entre sí.
Además, se llegó a la conclusión de que los sistemas de escrituras se basan en configuraciones más o menos parecidas entre sí. Sin embargo, existen otros sistemas que usan áreas cerebrales exclusivas y que gracias a ellas, podemos concebir ideas totalmente orginales e innovadoras.
Las personas que aprendieron a leer y escribir[..] desarrollaron cerebros que ampliaban su repertorio intelectual. Unas capacidades que no poseían las culturales orales o ágrafas.
Esperamos que esto sea un motivo más para comenzar a leer obras literarias (clásicas o contemporáneas), sin olvidar otros tipos de textos como los de divulgación científica, los cuales dan cuenta de la realidad que nos rodea y del esfuerzo por parte de la humanidad para responder a la pregunta universal: ¿por qué?
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